lunes, 24 de agosto de 2009

lunes, 3 de agosto de 2009

Huerfanos

UNICEF y sus aliados mundiales definen a un huérfano como un niño o niña que ha perdido uno o ambos progenitores. De acuerdo con esa definición, en 2005 había más de 132 millones de huérfanos en África subsahariana, Asia y América Latina y el Caribe. Esa cifra comprendía no sólo a los niños y niñas que habían perdido ambos progenitores sino también a los que habían perdido el padre pero no la madre, o que eran huérfanos de madre pero tenían padre.

De los más de 132 millones de niños y niñas clasificados como huérfanos, sólo 13 millones habían perdido ambos progenitores. Existen pruebas convincentes de que, en su gran mayoría, los huérfanos y huérfanas viven con uno de sus progenitores, sus abuelos u otros miembros de su familia. En el 95% de los casos, se trata de niños y niñas mayores de cinco años.

La definición mencionada no concuerda con el concepto de orfandad aceptado en muchos países industrializados, donde para ser considerado huérfano, el niño debe haber perdido tanto al padre como a la madre. UNICEF y muchas organizaciones internacionales adoptaron la definición más amplia del concepto de orfandad a mediados del decenio de 1990, cuando la pandemia del SIDA comenzó a causar la muerte de millones de padres y madres en todo el mundo y a privar a un número cada vez mayor de niños y niñas del cuidado y la atención de uno o ambos progenitores. Para explicar este aspecto de la creciente crisis se acuñaron los términos "huérfano de padre o madre" para quienes habían perdido un solo progenitor y "huérfano doble" para quienes habían perdido ambos.

Esas diferencias en materia de terminología pueden tener efectos concretos sobre las políticas y los programas orientados a la niñez. Por ejemplo, se puede interpretar que las estadísticas de UNICEF sobre los "huérfanos" indican que en el mundo hay 132 millones de niños y niñas que necesitan una familia nueva, además de albergue y atención. Esa interpretación errónea puede dar lugar a respuestas que se concentren en la prestación de atención y cuidado individual de los niños y niñas en lugar de brindar apoyo a las familias y comunidades necesitadas que cuidan a los huérfanos.
Existe un consenso cada vez más amplio de que para superar esa confusión será necesario revisar el término "huérfano" y la manera en que se emplea.